La región del Totonacapan, que en su momento estelar se
ubica entre los ríos Tuxpan y Papaloapan o de las mariposas, hasta abarcar
parte de la sierra poblana, inmensamente exuberante en expresiones musicales,
literarias, folklóricas y artísticas, no podrían entenderse en su conjunto sin
mencionar cuatro de las vertientes que le dan fisonomía a esta cultura: la
pirámide de los nichos o de Tajín, la cerámica de barro conocida como “caritas sonrientes”, la aromática
vainilla, y la danza de los voladores.
El Tajín es uno de los sitios arqueológicos más elegantes de
México. Nos preguntamos ¿Es un valle montañoso... es un vestigio del bosque
tropical...morada de espíritus...templos ocultos...palacios adornados...canchas
de juego de pelota...danzantes y músicos?
Ahora sabemos que le Tajín es esto y mucho más. Hace miles
de años fue la gran ciudad capital de una cultura expresiva y poderosa que
floreció a lo largo del litoral del Golfo de México en el estado de Veracruz.
Pero incluso, sus edificios ya habían escuchado los sonidos de los siglos:
incontables ceremonias, la quema del incienso, el juego de pelota sagrado, el
sacrificio ritual, la coronación de grandes gobernantes y música sagrada.
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